Los sanitarios pueden desarrollar estrés postraumático o ansiedad elevada. Es una muestra de su fortaleza. Claves terapéuticas:
Pero para que su fortaleza y su seguridad no se vean mermadas y seguir en la lucha desde la homeostasis, es necesario sentir y liberar el estrés y/o la ansiedad (son distintos).
Y si ahora no hay oportunidad de darte un respiro, recuerda que el estrés postraumático y la ansiedad necesitan, compensarse, tarde o temprano (más vale temprano) para no cronificarse o agravarse con la comorbilidad de otros trastornos que puedan cursar o desarrollarse. 
¿Cómo recuperar la fortaleza y seguridad que necesita el estrés postraumático para regularse?
Yo puedo entrenarte:
Lo hacemos fácil, pues bastante complicada es ya la lucha contra el COVID-19. Usemos nuestra fisiología y algo tan nuestro como la respiración.
¿Por qué empezar el entrenamiento en estrés postraumático o ansiedad por algo que sabemos hacer desde que nacemos?.
Uno de los procedimientos más útiles y eficaces en el control de la activación por estrés laboral, estrés postraumático, estrés emocional o por ansiedad, lo constituyen las técnicas que incluyen el control y manejo de la respiración.
Todos respiramos, ¡claro! es imprescindible, pero la forma de hacerlo puede ser muy dispar.
La forma de respirar está marcada por nuestros patrones de tensión.
La función de la tensión: Sostener (como los cimientos de un edificio), control de movimientos para facilitar unos e impedir otros que podrían ser inadecuados.
El estrés, la ansiedad y la tensión se activan automáticamente para aguantar más pero en situaciones de crisis es tanta la intensidad que se necesita, que nuestro organismo, se olvida de desactivarlos y volver a su homeostasis.
Los pulmones son órganos pasivos, necesitan para su funcionamiento de la actuación de los músculos que les hacen expandirse o contraerse. 
Los músculos intercostales expanden la caja torácica y “tiran” de los pulmones hacia adelante, mientras el diafragma “tira” de los pulmones hacia abajo.
La actuación del diafragma es de especial relevancia por el aumento de volumen respiratorio que provoca. Y está en especial conexión con el músculo psoas o músculo del trauma, principalmente implicado en la protección orgánica vital en situaciones estresantes o de amenaza vital como puede ser la exposición actualmente al COVID-19 sin medidas suficientes de seguridad y protección.
Lucha por la vida y por la supervivencia propia y ajena sin epi y sin medidas de seguridad.
Una respiración adecuada, para disponer de toda la capacidad pulmonar, implica pues la actuación de ambos grupos musculares y de la cadena muscular implicada en las reacciones de lucha por la vida y por la supervivencia propia o ajena.
Una mayor “ventilación” pulmonar facilitará el aporte de oxígeno necesario para el buen funcionamiento del organismo y reducir estrés o ansiedad en el sistema.
Distintas condiciones pueden favorecer hábitos de respiración poco adecuados. 
Como posturas, actividades y situaciones como el confinamiento. Pero en especial las vividas en el ámbito sanitario y hospitalario en esta crisis del coronavirus COVID-19, suelen facilitar formas de respiración alteradas.
Uno de los efectos más identificables del estrés y en general de los incrementos en activación fisiológica es la presencia de una respiración rápida y superficial, lo que implica un uso reducido de la capacidad funcional de los pulmones.
Una peor oxigenación, un mayor trabajo para el sistema cardiovascular, un mayor gasto orgánico y un aumento de la sensación general de tensión en el organismo, mental y emocional.
Y cuando no se tiene entrenamiento, tratamos de compensar la “peor calidad” de la respiración con un ritmo superior, lo que supone un sobre esfuerzo y no consigue los mismos resultados.
Como alternativa, el desarrollo de un patrón respiratorio equilibrado y regulado facilitará una buena oxigenación pulmonar y de todos los tejidos, un menor trabajo cardiovascular, así como una reducción de la activación general del organismo.
Algunos autores han llegado a considerar una buena respiración como un antídoto general contra el estrés y la ansiedad. (Davis, Eshelman y McKay)
Una buena respiración como un antídoto general contra el estrés postraumático y la ansiedad por la lucha contra el COVID-19
La respiración habitualmente es una respuesta automática. Aunque se pude controlar voluntariamente, en las situaciones estresantes o las de más tensión emocional, no se le presta atención. La atención bajo condiciones de estrés o máxima concentración está focalizada en otras cosas que requieren más de nuestro control y automáticamente “delegamos” en nuestro organismo la función respiratoria porque “sabemos” que sabe hacerlo solo. Y es cuando saltan los patrones automáticos.
El objetivo de las técnicas de control y manejo de la respiración es facilitar el salir de los patrones de estrés y sobrecarga. Y enseñar un adecuado control y manejo voluntario de la respiración (estrés y ansiedad) condiciones óptimas, para después generalizar y automatizar este control en todo tipo de situaciones, en especial en las más problemáticas (Hazlett-Stevens y Craske, 2003)
La relajación muscular, del SNC y del SNA facilitará una relajación subjetiva (cognitiva y emocional) y devolverá el nivel de estrés y ansiedad a niveles regulados y necesarios para el momento concreto. 
Es como vaciar el vaso… porque seguirá llenándose. Así es el trabajo de los que luchamos por la salud y la vida.
